En esta oportunidad conversamos con el Ing. Eduardo Poos, repasamos su paso por la empresa, los desafíos de antes y de ahora. Luego de casi 40 años de trabajar en la empresa nos comparte su experiencia.
¿Cómo fue su primer contacto con la empresa?
Mi primer día de trabajo fue el dos de enero de 1986, hace 38 años, para que te des una idea de lo larga y variada que es esta historia.
¿Un dos de enero?
Sí, así fue. Yo había venido en diciembre, por sugerencia del Decano de la facultad para que me presentara. Venía de estudiar Ingeniería Electromecánica en la UTN regional Paraná. Cuando vine me encontré con cuatro compañeros míos de la facultad. Nos entrevistaron a todos y quedé para entrar a trabajar. Me llamaron para que empiece inmediatamente. Yo estaba haciendo una instalación eléctrica y no podía. Entonces me dijeron: “terminá y avisanos”. Así fue que para navidad más o menos estaba terminando el trabajo y el dos de enero ya empecé en Losi.
Y desde ahí hasta hoy.
No, no. Hubo un breve período de interrupción. Por el año 1990, armamos un emprendimiento con un pariente, montamos una fábrica de alimento balanceado, pero antes de cumplir el año estaba de vuelta trabajando en la empresa. Retorno viajando a Formosa a atender problemas de mantenimiento de máquinas. Y así comencé con la supervisión de mantenimiento y luego siguieron las instalaciones de las primeras plantas asfálticas.
¿Cómo fueron esos desafíos?
Recuerdo la primera planta asfáltica que llegó de Estados Unidos. Me llaman y me dicen: “andá y armala”. Era algo totalmente desconocido para mí, no sabíamos cómo era, había llegado sin manuales. Yo conocía las plantas viejas no más… pero “ingeniería viene de ingenio”, decía Don Losi, “así que vaya y arréglesela”, y tenía razón. Al principio era todo susto. Era todos los días acostarse asustado porque no sabías lo que iba a pasar, cómo ibas a encarar el día siguiente, con gente que tampoco conocía. Pero al cabo de un tiempo lo logramos.
Y luego llegó la segunda, que venía de Brasil. Llegó con un millón de problemas, tardamos casi un año en corregir los defectos de esa fábrica. Por supuesto, con asesoramiento de fábrica (Estados Unidos), aprendimos un montón. Tuve, inclusive, la oportunidad de ir para allá y capacitarme. Agradezco la oportunidad que me brindaron de poder viajar y vivir una semana muy intensa, aprender la teoría de primera mano, porque acá era todo práctica.
Me imagino igual que no todo fueron plantas asfálticas…
No, claro que no. Esas fueron quizás las instalaciones de mayor envergadura. Después me tocó armar plantas de trituración, de zarandeo, plantas de suelo y estabilizado. También he estado en el taller central y hasta en el Hotel Quirinale, en períodos donde no se armaban instalaciones.
Cuénteme cómo se pasaban estos períodos en donde la obra se paraba.
En mis 38 años trabajando aquí hubo tres “parates”. El primero fue a los cuatro o cinco años de estar en la empresa. Ahí alternaba entre estar en el taller como ayudante del Ing. Brutti, o reemplazándolo cuando estaba de vacaciones. Después Don Losi me mandó al Hotel Quirinale en Colón. Ahí estuve 10 meses. Aprendimos albañilería, pintura, de todo.
Ningún parar…
No, no. Para nada. En el segundo “tránsito” estuve acá en el taller. Armamos la planta de lavado de oro para Jujuy y otras instalaciones menores pero siempre haciendo algo, reparando máquinas o armando cosas nuevas.
Trabajar en Losi, ¿fue lo que esperaba?
Sí, la verdad que sí. Siempre quise hacer ingeniería y en Losi tuve la oportunidad de armar estas instalaciones, hacerlas funcionar y poder entregar un producto final que era necesario para la obra. Es todo un proceso, llegar al lugar, que a veces también era difícil, ver las condiciones de temperatura, viento, lluvia, ver bien dónde nos íbamos a instalar, contratar la gente, capacitarla. Para mi gran satisfacción hemos tenido muchos logros.
En la parte de Mantenimiento Preventivo también. Eso era lo que quería Don Luis, evitar que se rompieran las máquinas. Entonces arranqué a capacitar gente, ver que la máquina esté haciendo la tarea adecuada, ahí pude hacer ingeniería: elegir los aceites, elegir los filtros, las correas, el tipo de cubierta de acuerdo a donde iba a trabajar. Fue algo muy interesante, conocer y trabajar con todas máquinas de primera línea. Acompañando el crecimiento de la empresa con un crecimiento profesional. Inclusive tuve la oportunidad de inventar alguna que otra herramienta para la tarea que se estaba haciendo.
Una trayectoria muy completa… ¿Le gustaría agregar algo?
Sí, en primer lugar agradecer la oportunidad, el consejo y la directiva de Don Luis, ya que gracias a ello pude realizarme y aplicar los conocimientos que con mucho esfuerzo de mis padres pude adquirir en la facultad. Me voy con el mayor agradecimiento hacia directivos, consejeros y compañeros que codo a codo hemos tratado siempre de cumplir con nuestra obligación de hacer crecer este gran emprendimiento que con su estilo de vida logró forjar Don Luis.
Hoy empiezo una nueva etapa, con tantas ganas como si fuese a armar otra instalación nueva, en un lugar desconocido, con herramientas distintas… con más tiempo y acompañado de tanta gente como pueda abrazar.
Muchas gracias y un hasta siempre.
Gracias a usted, Eduardo.
Excelente ser humano y gran compañero de trabajo. Ya se lo extraña.