Luis Losi, una historia de innovación y coraje

En esta oportunidad, celebrando el día del Camino, homenajeamos al fundador de nuestra empresa de la mano del relato único de Julio Krenz. 

¿Cómo describiría brevemente a Luis Losi, el empresario?

Como laburante era muy exigente. Había que seguirlo y no mentirle jamás. Yo para mentirle miraba para otro lado y se daba cuenta al toque. A veces había trabajos que nos encargaba y no los podíamos terminar cuando él quería, pero era imposible, él me adivinaba todo. Así que al final siempre terminaba diciéndole la verdad… “es que se tumbó esta máquina” o “se rompió aquello”, siempre pasaban cosas. Y en aquel momento eran poquitas máquinas, pero bueno, nos hacía hacer cada cosa (entre risas). Cada vez que compraba una máquina nueva primero andaba yo y después les enseñaba a los otros. A veces nos hacía hacer cosas medias imposibles… imaginate que nosotros aprendimos a hacer caminos de voladura, caminos de dinamita, y todo sobre la marcha, no teníamos experiencia. Éramos audaces. Siempre había una nueva aventura.  

Y desde su experiencia personal, ¿cómo lo definiría?

Una gran persona, un tipo muy inteligente. Un gran corazón con la gente que tenía a su lado. Vos venías con un problema personal o con algo que no tenía nada que ver con esto y él lo resolvía. Para mí era mi segundo padre. 

Una vez tuve un problema con un peón, Pastrana de apellido. Él andaba siempre conmigo, 20 años anduvimos, me ayudaba en todo. Y bueno, él tenía varios hijos y uno se enfermó cuando estábamos en Mocoretá, lo operaron del apéndice pero seguía mal, estaba muy grave. Un día lo vuelven a operar y le encuentran que tenía la gaza y la tijera adentro… En esa época no había teléfono, así que agarro la radio y lo hablo a Don Luis, le digo: “acá estamos con esta situación, el hijo de Pastrana se está muriendo, está infectado entero, pasó esto y aquello”. Y ahí no más, me dijo: “Cortá la ruta, yo te mando el avión”. Y bueno, al rato llegó el avión, lo trajeron al chico para acá (Paraná) y le salvaron la vida. Esta es una anécdota de tantas, así era él. 

¿Qué le enseñó? Lo que más valora. 

Un montón de cosas… Si hay algo que nos enseñó es a cuidar los fierros. Él me daba la camioneta más nueva y después los domingo me la controlaba a ver si la tenía limpita, en condiciones. Eso a mí me quedó marcado. Cuidar lo mío y las cosas de la empresa, como si fueran mías. 

También el coraje que nos transmitió y la libertad que nos dio para trabajar fue único. Él nos empujaba pero si metíamos la pata nos apoyaba a fondo. Vos venías llorando acá y él te decía “no te hagas problema”, le buscaba una solución, le daba la vuelta y seguíamos. Él tenía confianza en nosotros, el respaldo era absoluto.

¿Una anécdota para cerrar?

Losi era incansable. Yo lo admiraba y quería ser como él pero no aguantaba. Un día me dijo: “En 21 días quiero repavimentar el Aeropuerto de Concordia. Yo te voy a ayudar, ¿te animás a que lo hagamos?”. Yo le dije naturalmente, “¿le parece Losi, 21 días?”. Y me dice “hay que hacerlo en 21 días, o 20. Vos te quedas en la planta y mandas asfalto día y noche y yo me voy a quedar allá en la pista”. Y así fue, yo me quedaba en la planta mandando asfalto y cada tanto iba a la pista y él estaba. Eran las 12 de la noche y estaba, 3 de la mañana, estaba, 12 del mediodía y ¡estaba! Manejaba hasta la motoniveladora porque los maquinistas no daban más. Y así fue, en 21 días hicimos todo.  

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